martes, 8 de julio de 2014

¿El miedo ya ha cambiado de bando?



Hace algún tiempo, en un artículo que trataba sobre la irrupción en la política italiana de Beppe Grillo y su Movimiento 5 Estrellas, se argumentaba que lo único que impedía un terremoto político similar en España era la falta de un antilíder, tal y como se definía a Grillo en dicha pieza periodística, sumamente crítica, capaz de ponerse al frente. Una figura capaz de poner un rostro suficientemente mediático a todo ese magma subyacente de indignación ciudadana que también existía en España, y producir un vuelco electoral como el acontecido en Italia, o como el anteriormente sucedido en Grecia, con la irrupción de Syriza, pasando de las manifestaciones a las elecciones. Ya había habido un primer aviso en ese sentido, a finales de 2012, en las elecciones catalanas celebradas en noviembre de ese año, cuando la CUP (Candidatura d'Unitat Popular), un partido de izquierda asamblearia e independentista, logró con una candidatura encabezada por el periodista David Fernàndez, una  figura muy ligada al mundo del activismo barcelonés, entrar en el Parlament con tres diputados. Pero quizá por la adscripción de dicho grupo al ideario independentista catalán, la irrupción de una fuerza que reivindicaba el asamblearismo y el activismo, y de un líder surgido a partes iguales tanto del mundo del activismo social como del periodismo alternativo quedó camuflada, disimulada como un simple actor más en el debate alrededor de las aspiraciones catalanas a la independencia. Aunque hubo voces en su momento que comentaron que no podía desligarse esta irrupción de un nuevo actor político del fenomeno de los "Indignados", las grandes protestas politicas de 2011 (entre ellas la del mismo David Fernàndez, que reivindicaba dichas protestas como una fuente de inspiración política) la mayoría de analistas de cabecera de los grandes medios ya por aquel entonces coincidían en dar dicho movimiento por políticamente amortizando, no esperando que fuese a influir gran cosa fuera del ambiente más estricto del activismo vecinal en el futuro. Habría que esperar año y medio para que la realidad desmintiera tales afirmaciones.


David Fernàndez durante un miting de CUP en Barcelona (foto del autor del blog)

En mayo de 2014 se celebran elecciones al Parlamento Europeo en los veintiocho países miembros de la Unión Europea, entre ellos España. Tradicionalmente son consideradas estas unas elecciones menores, en parte debido a la falta de verdadero poder legislativo del citado parlamento dentro de la Unión Europea. Pero por ello son también un escenario propicio para la experimentación política. En esta convocatoria hay expectación por ver el impacto electoral de cinco años de legislatura europea bajo un escenario de crisis económica continuada. Se espera un fuerte aumento del euroesceptisimo y una caida de las fuerzas politicas más históricas, y España, uno de los paises más castigados por la crisis, no es una excepción en esto. Varias encuestas han apuntado la posibilidad de que una formacion de reciente creación logre colarse en el reparto de escaños. Se trata de Podemos, un partido creado por el profesor de ciencias políticas Pablo Iglesias, que ya se había dado a conocer en el mundo de la izquierda alternativa como presentador de diversos programas de tertulia política en canales locales de televisión madrileños, y que en ese momento goza de una cierta notoriedad entre el gran público como invitado habitual de algunas tertulias politicas de grandes cadenas de televisión, donde representa el papel de "rojo de cuota". Cabía la posibilidad de que Iglesias obtuviese un escaño, pero nadie esperaba el terremoto político que estaba a punto de desencadenarse.

El resultado de las elecciones europeas finalmente acaba reflejando el temido aumento del euroescepticismo. Tambien visualiza una clara fractura norte-sur dentro de la Unión Europea. Mientras en los países del norte el aumento del euroescepticismo se refleja en el crecimiento de opciones neofascistas y xenofobas, que arrementen contra la supuesta rémora de un sur pobre y corrupto, en los países del sur esa misma desconfianza hacia la Unión Europea propicia el crecimiento de formaciones de la izquierda radical, que proclaman que el sur de Europa es victima de un nuevo colonialismo por parte del norte. En España una de las formaciones mas críticas con ese neocolonialismo financiero había sido la ya citada Podemos, un partido que, nuevamente, reivindica el asamblearismo y el activismo social como sus fuentes de inspiración. Esa noche da la gran sorpresa al conseguir, no solo entrar en el Parlamento Europeo, como se había especulado, sino hacerlo obteniendo un millón doscientosmil votos y cinco representantes, algo que ninguna encuesta había sido capaz de pronosticar. En este caso, además, no existe ninguna pantalla independentista que distorsione la apreciación del fenomeno en toda su amplitud, como pasó en noviembre de 2012 con la CUP. Todas las alarmas saltan. Han tardado tres años, pero finalmente lo han logrado: los Indignados se han organizado, y ya son capaces de usar las herramientas del Sistema para plantarle cara.

Pablo Iglesias durante un miting de Podemos en L'Hospitalet del Llobregat (foto del autor del blog)

A partir de ese momento, se puede decir que ha nacido una estrella. Los grandes medios de comunicación se hacen eco del fenómeno, y pronto el nombre de Pablo Iglesias está en boca de todos. Pero ocurre algo inquietante: la recién adquirida fama no amansa a la fiera, como en un principio se especuló que pasaría, sino más bien al contrario, parece actuar como acicate para hacer su discurso más afilado. También comienzan los reproches, y desde los medios más conservadores se arremete contra las cadenas de televisión que tan imprudentemente le prestaron espacio en horarios de gran audiencia en su dia. Les acusan de haber creado un monstruo. Algún programa que en su día contó con él como colaborador acaba vetando a Iglesias. Poco a poco la cobertura mediática de su figura empieza a ser la reservada a alguien peligroso. Los focos se centran en las discusiones en el interior de Podemos, en las supuestas amistades peligrosas de sus líderes, la comparación con Hugo Chavez empieza a ser un lugar común, aparece el habitual espantajo de ETA...  demasiado tarde, la bola de nieve ya rueda colina abajo, y las críticas a su figura solo acrecientan su popularidad. Una reciente encuesta apuntaba la posibilidad de que Podemos se convirtiese en la tercera fuerza política en España. La temida figura del antilíder, citada al principio de estas lineas, parece haber aparecido, y cunde el nerviosismo entre el establishmen mediático-politico español (la casta, si me permiten usar la expresión que en apenas un mes ha puesto de moda Iglesias). Se convierte en un lugar común decir que se trata tan solo de una moda pasajera, una serpiente de verano que se desinflara por si sola (curiosamente lo mismo que en su dia se dijo de los Indignados), pero al mismo tiempo la criminalización es constante.

¿Será la figura de Pablo Iglesias la culminación de todo el proceso, o solo el primer paso? ¿Realmente es una serpiente de verano, o es el comienzo de algo mucho más serio? Los indicios apuntan más bien a la segunda posibilidad. Recientemente ese mismo mundo político que aun está tratando de asimilar el fenómeno Podemos recibía la noticia de que otra figura de gran predicamento en el mundo activista decidia dar el salto a la vertiente electoral de la política. Ada Colau, activista por el derecho a la vivienda que ha ganado gran prestigio al frente de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, anunciaba su intención de promover una candidatura con la alcaldía de Barcelona como objetivo. También algunos partidos históricos de la izquierda han tomado nota del fenómeno. Izquierda Unida, formación heredera del histórico Partido Comunista Español, anunciaba recientemente la promoción interna de Alberto Garzón, el diputado más joven del parlamento español, también surgido del entorno de los Indignados, que ganará en presencia parlamentaria, y además será el encargado de explorar los posibles acuerdos de Izquierda Unida con otras formaciones políticas.

Si, como decía anteriormente en este mismo texto, las elecciones al Parlamento Europeo son el terreno de la experimentación, el "experimento Podemos" parece que ha demostrado que la política parlamentaria está madura para acoger a toda una hornada de nuevos actores, forjados en el mundo del activismo de barrio bajo el azote de la crisis. Figuras que traen un discurso crítico y métodos asamblearios para confrontar con lo establecido hasta ahora. Gente joven con ganas de abrir las ventanas, para que el viento fresco de la calle ventile los salones donde el aire rancio lleva demasiado tiempo estancándose. Está todavia por ver que esta efervescencia política acabe cristalizando algún día en la Piedra Filosofal de la izquierda, la candidatura unitaria. De momento, lo que hay es una diversidad de opciones que parecen clónicas: todas dicen ser horizontales, asamblearias, rupturistas... pero independientemente de que algún día se den cuenta o no de que les unen mas cosas de las que las separan, una cosa sí han conseguido ya: poner muy nerviosos a los grandes partidos tradicionales y a los poderes fácticos. El aluvión de descalificaciones parece demostrarlo. Uno de los eslóganes favoritos de los Indignados afirmaba que el miedo iba a cambiar de bando. Tal vez tanta beligerancia lo único que demuestra es que ya lo ha hecho.

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