sábado, 3 de agosto de 2013

¿El Gran Hermano es de verdad tan idiota? No lo creo.

La semana pasada saltaba la noticia, una de esas que parecen diseñadas expresamente para hacer que pensemos que nuestra seguridad pública está en manos de cretinos. Un matrimonio común y corriente en su casa de Long Island busca en internet precios de algunos objetos que necesitan para su hogar. Ella compara precios de ollas a presión. Él busca una mochila. Una olla a presión nos permite una cocción más rápida de los alimentos, y también más saludable, pues conserva mucho mejor las vitaminas de los mismos. Por su parte, una mochila nos permite cargar de una forma cómoda el equipaje imprescindible mientras caminamos por parajes naturales, disfrutando de la contemplación del paisaje y respirando aire puro. Parece claro que nos encontramos ante una pareja que gusta de llevar una vida sana y deportiva, ¿no es así? Pues parece que para los responsables de seguridad de Long Island estos objetos apuntan a un perfil de personalidad completamente distinto y mucho mas siniestro: dos peligrosos terroristas.

Hoy me he levantado con el ánimo gamberro, así que he hecho esta búsqueda en Internet. A ver lo que tarda la policía en presentarse en mi casa...

Si, a día de hoy, solo hay un uso posible para esos objetos, desde una perspectiva de seguridad: la olla a presión es para rellenarla de explosivos y clavos, a poder ser, oxidados. A continuación se le pone un temporizador y se coloca dentro de la mochila, que se abandonara en algún lugar concurrido, para que haga ¡PUM! y mate al mayor numero posible de personas a mayor gloria del -ismo de turno (menos del capitalismo, por supuesto, el capitalismo es bueno). A día de hoy, para las fuerzas de seguridad del estado de cualquier país occidental, todo el mundo es un terrorista hasta que demuestre lo contrario. Eso debió pensar también la policía de Long Island que, según la noticia, a los pocos días se presentó en la casa de la pareja haciendo preguntas sobre la olla a presión y la mochila.

Bien, esta anécdota podemos examinarla desde varios puntos de vista. En primer lugar, la obvia reflexión sobre los tintes cada vez mas orwellianos que adquiere el mundo en que vivimos. La policía ya vigila al azar a cualquiera. No es necesario que en algún momento de tu vida hayas mostrado simpatía por ideas, digamos, inconvenientes. Cada vez esta mas claro que el Sistema no funciona, así que cada vez mas personas van a desarrollar pensamiento crítico sobre el mismo, por lo tanto, todo el mundo debe ser vigilado (buenos días, señores agentes de la ley. ¿La familia bien?) Pero en este punto, esto último, simplemente por asumido ya empieza a ser lo menos importante del caso. Yo prefiero en este momento llamar la atención sobre otro enfoque: la aparente absurdidad de las actuaciones que se derivan de esta vigilancia indiscriminada.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que si soy un terrorista, y quiero la olla a presión y la mochila para fabricar una bomba, no las compraré por Internet, pidiendo que me las envíen a mi domicilio, y pagando con mi tarjeta de crédito. Mas bien me acercaré a algún bazar en un barrio apartado de mi domicilio, donde nadie me conozca, y pagaré al contado, con billetes usados. ¿O es que no hemos visto ninguna película de espías? Y sin embargo, no es la primera noticia sobre una actuación policial esperpéntica por el estilo que aparece en la prensa. El esquema siempre es parecido: alguien envía un correo electrónico o un mensaje de texto con una palabra inconveniente en un contexto completamente inocente, y al poco se presenta la policía en su casa buscando a Bin Laden. Pensemos, ¿de verdad la policía es tan tonta? ¿O quizá la idea de fondo es otra?

Hay otra serie de características que son comunes a este tipo de noticias: suelen aparecer en verano, los datos son imprecisos, difíciles de corroborar por una investigación independiente, las mas de las veces solo existe la propia declaración de los propios implicados, todo acaba sin consecuencias... consultando en el enlace la noticia  con que abría este artículo, vemos que cumple muchos de estos puntos. Si, tienen muchas características en común con las clásicas "serpientes de verano", las  leyendas urbanas que en épocas de escasez de noticias se cuelan en las páginas de la prensa. Pero ¿de verdad estamos ante un fenómeno tan inocente? Mi opinión personal es que más bien estamos ante una operación de propaganda mucho mas seria de lo que parece.

Dejemos a un lado de momento si pensamos que es cierto o no que la policía irrumpiera en la casa de este matrimonio. Preguntémosnos que efectos se derivan de la publicación en prensa de la noticia. En un principio no deja en buen lugar a las fuerzas del orden, que quedan en ridículo. Sin embargo en un nivel mas sutil empiezan a aparecer beneficios. Sobre todo si partes de una concepción mas bien autoritaria de como debería funcionar la sociedad.

Primer beneficio aparente: se trasmite a los criminales la idea de que la policía vigila. Tan en serio se toma su labor de vigilar, que no le importa arriesgarse a meter la pata de vez en cuando. Este tipo de noticias se difundirían, por lo tanto, con la idea de desanimar a los posibles delincuentes. Para que piensen que si la policía es capaz de presentarse en la casa de una pareja sin antecedentes, seguro que no quita el ojo de encima a aquellos que ya tiene fichados. Suena bien, pero no creo que tipos acostumbrados a bregar con la ley vayan a impresionarse demasiado por pensar que la policía les vigila. Sin duda ya lo dan por supuesto. Yo prefiero pensar en una segunda (mala) intención.

Segundo posible beneficio: se insensibiliza a la población ante el hecho de ser vigilados por la policía. Observemos que en esta noticia, lo que debería escandalizarnos, que es que se vigilase a personas completamente anodinas, queda completamente enmascarado por lo grotesco del caso. Por un momento sólo nos imaginamos lo ridículo de la situación: la policía encontrando, donde esperaban hallar terroristas, a una pareja renovando su cocina antes de irse de vacaciones. Ja ja, que risa, que plancha, que susto se llevarían. Y que cara se les quedaría a los polis... ¡Oigan, que estamos hablando de un presunto abuso de autoridad gravísimo! ¿Desde cuando es risible que la policía monitorice las comunicaciones de un ciudadano cualquiera, sin estar amparada por las pertinentes ordenes judiciales, en el ámbito de una investigación policial concreta? ¿Que se presenten en tu casa para interrogarte con unas pruebas, aparte de obtenidas ilegalmente, tan vagas? ¿Y que al final todo acabe así por las buenas, sin consecuencias legales? "Vaya, que plancha, usted perdone". "No se preocupe agente, son gajes del oficio". Como si no hubiese, caso de ser cierta la noticia, material para poner una buena demanda, y pedir, penas de cárcel e inhabilitación aparte, una abultada indemnización. ¡Por favor, si es el caso que soñaría con llevar cualquier abogado!

Es por todo esto que dudo bastante de toda esta historia. Y por lo que le atribuyo una intencionalidad bastante más retorcida a su difusión que un simple "vamos a desprestigiar a la policía". Porque de hecho, la difusión de este tipo de supuestas anécdotas, mas que alertar a la población contra los abusos policiales lo que hacen es banalizarlos. El público se queda con la anécdota graciosa, y acaba aceptando como algo normal que la policía nos vigile a todos todo el tiempo. Que puede que a veces meta la pata, pero que no pasa nada, todo se arregla por la buenas. Que si no tienes nada que ocultar, no debería importarte demasiado. Y así, poco a poco, se va aceptando que así es como son las cosas, y no se puede hacer nada, ni hay porque hacerlo. Y nos vamos convirtiendo en esa sociedad de borregos que a algunos les encantaría poder pastorear comodamente.

Seamos muy suspicaces con este tipo de noticias. Analicémoslas con sentido crítico. Porque, aunque a primera vista parece que su intención es denunciar un abuso, si leemos entre lineas tal vez no lo veamos tan claro.

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