No es extraño que España te sorprenda, muchas veces para mal, a veces para bien, y en algunas ocasiones, para bien y para mal al mismo tiempo. Y siempre suelen ser los mismos los que lo hacen en cada uno de los sentidos. Siempre será el pueblo llano, la gente mas humilde la que te sorprenda para bien, mientras que son los poderosos, los dirigentes económicos y políticos, junto con sus altavoces mediáticos, los que te harán sentir nauseas con su actitud. En estos momentos está en marcha una nueva versión de esta vieja historia, a cuenta de un hecho trágico, el accidente ferroviario que el miércoles 24 de julio se llevó por delante la vida de al menos 80 personas en la ciudad de Santiago de Compostela. En un primer momento fue motivo de orgullo la actitud de los ciudadanos de a pie, volcándose en la ayuda a los damnificados por la catástrofe. Sin embargo, pasadas esa primeras horas, y a medida que la necesidad del apoyo a las víctimas dejaba paso a otra necesidad, la de aclarar las causas de la catástrofe, hemos empezado a ver esa segunda cara mas miserable de este país, esa actitud cobarde y traicionera de aquellos que ostentan responsabilidades, y que siempre están dispuestas a sacudírselas de encima cuando hay un problema, y a poder ser, cargarlas sobre los hombros de aquellos que tienen poca o ninguna capacidad de defenderse.
Cartel anónimo que circula por las redes sociales, criticando el tratamiento de la tragedia ferroviaria por parte del diario ABC.