El transfóbico no nace, se hace. Poco a poco, igual que pasa con todos los
prejuicios. Porque los prejuicios no son instintos, como muchos de los que se dejan guiar por ellos nos dicen, sino que son comportamientos
aprendidos. Se construyen tomando un comentario despectivo de aquí, otro de allá, a veces sin darnos cuenta, a
lo largo de toda una vida. Si ese caldo de cultivo de prejuicios comunes
empieza a ser menos espeso, porque empieza a haber cada vez más gente
que se cuestiona lo que les contaron desde pequeños, y deja de repetir
el cuento, es más difícil que las nuevas generaciones crezcan con esos prejuicios arraigados, y entonces los bichos raros comienzan a ser aquellos que aún los conservan.
Por eso los de Hazte Oir se ha gastado una pasta en decorar un autobús con basura transfóbica. Porque saben que esos prejuicios están empezando a perderse, y ellos a convertirse en frikis grotescos. Y por eso, en un alarde de perversidad, envían su autobús decorado con basura a pasear por delante de los colegios, a tratar desesperadamente de que esa basura impregne las mentes de los niños, igual que impregno las suyas a su edad. Y por eso hay que impedírselo. No hemos avanzado como sociedad para consentir que quienes voluntariamente se han marginado quieran arrastrarnos de nuevo a nosotros y a nuestros hijos al agujero infecto donde ellos permanecen por su propia cobardía. Que se pudran, hemos salido de la Caverna, caminamos a la luz del Sol, y no consentiremos que pretendan arrastrarnos de nuevo a ella.
Sí, conciudadano cavernícola, debe ser duro que antes fueras alguien respetado, que tu voz se escuchase y temiese cuando amenazabas con el fuego del Infierno, y que ahora no seas nadie y solo provoques la risa, pero es el camino que elegiste. Si te sientes solo, marginado, abandonado, sólo tienes que salir de la Caverna. Porque ni nosotros ni los nuestros vamos a volver para hacerte compañía. Tú verás lo que haces.
Por eso los de Hazte Oir se ha gastado una pasta en decorar un autobús con basura transfóbica. Porque saben que esos prejuicios están empezando a perderse, y ellos a convertirse en frikis grotescos. Y por eso, en un alarde de perversidad, envían su autobús decorado con basura a pasear por delante de los colegios, a tratar desesperadamente de que esa basura impregne las mentes de los niños, igual que impregno las suyas a su edad. Y por eso hay que impedírselo. No hemos avanzado como sociedad para consentir que quienes voluntariamente se han marginado quieran arrastrarnos de nuevo a nosotros y a nuestros hijos al agujero infecto donde ellos permanecen por su propia cobardía. Que se pudran, hemos salido de la Caverna, caminamos a la luz del Sol, y no consentiremos que pretendan arrastrarnos de nuevo a ella.
Sí, conciudadano cavernícola, debe ser duro que antes fueras alguien respetado, que tu voz se escuchase y temiese cuando amenazabas con el fuego del Infierno, y que ahora no seas nadie y solo provoques la risa, pero es el camino que elegiste. Si te sientes solo, marginado, abandonado, sólo tienes que salir de la Caverna. Porque ni nosotros ni los nuestros vamos a volver para hacerte compañía. Tú verás lo que haces.
Fotomontaje compartido en Twitter por @noabraspaz con el autobús transfóbico y las cavernas prehistóricas de coprotagonistas.